LA MUERTE Y EL MÁS ALLÁ
Sétima parte
Por Raymond Bernard, F.R.C.
LA FAMILIA CÓSMICA
En este punto de mi exposición, debo una vez más, volver atrás para considerar los hechos a partir de un punto de vista más elevado y establecer, tanto como sea posible, una comparación. Con esto quiero decir que ya es hora de examinar lo que pasa a nivel de la familia cósmica donde el alma-personalidad en transición es esperada.
Cuándo un ser querido nos abandona para hacer un largo viaje a un país lejano en donde residen otros miembros de la familia, tanto él como nosotros nos entristecemos por la separación, pero nos consolamos pensando en la felicidad de los que le esperan y en la suya propia al encontrarlos después de tan largo tiempo. Si uno de los nuestros parte para el gran viaje cósmico, cierto que estaremos tristes, porque nuestro corazón no es de piedra, pero el consuelo descenderá sobre nosotros, al pensar que, después del rápido viaje, será recibido con inmensa alegría por los que le han preparado su morada entre ellos. Soñemos en la maravillosa dicha que experimentará entonces. El amor nunca es egoísta y, si lo fuese, no merecería este nombre. Si verdaderamente amamos al desaparecido, tendremos que estar en paz sabiendo que ha llegado a buen puerto entre seres que lo quieren con el más grande amor, y que jamás se alejarán de su presencia. Por otra parte, esa persona nunca nos olvidará. "El hombre es un dios caído, que se acuerda de los cielos", pero según mi concepto, "el alma es un hombre glorificado y glorioso que se acuerda de la Tierra".
¿Han pensado alguna vez en lo que sucede, cuando el alma-personalidad que hemos amado bajo una expresión física, abandona a su familia espiritual para seguir, en otra encarnación, el progreso en el camino hacia la vuelta final?
No crean que hay en ese momento tristeza en la familia cósmica; la partida es acompañada por los mejores deseos de las que se quedan, la tristeza cede inmediatamente el lugar a la comprensión y a la alegría de saber que una nueva etapa será franqueada por la hermana querida.
Veamos ahora su retorno. Todas las almas-personalidad del mismo grado, concierto o familia cósmica sienten cuándo se efectuará. Esperan la llegada de esta personalidad anímica que viene a ellas por la ley de la armonía. Asisten incluso a los eventos de su venida y nacimiento cósmico. En los primeros instantes de la muerte, las más evolucionadas le dirigen sus vibraciones de amor y de paz. La rodean de cuidados tan afectuosos como los que prodiga una madre al niño que acaba de acoger. Al igual que el niño, el alma-personalidad no tiene consciencia de este hecho. Su familia sabe que debe someterse al sueño regenerador y que a continuación llegará el momento de los encuentros.
Esto es lo que tiene lugar efectivamente. El alma-personalidad al despertarse, reconoce a su familia, que posiblemente haya aumentado. Puede que algunas de sus almas-personalidad la hayan abandonado para efectuar otro viaje y otras, una vez terminado el suyo, se habrán establecido más alto. Ya que la comprensión es diferente en esos niveles, tales constataciones no son tristes. Saben que todo es para bien y que todas finalmente se volverán a encontrar en el momento merecido, en el mismo y último nivel ~ más alto y más glorioso.
Por supuesto que la venida del alma-personalidad a este concierto no tiene solamente como meta el permitirle que se reúna con una determinada compañía.
Este medio ambiente será el telón de fondo del nuevo estado, porque el alma-personalidad, a partir de ese momento, debe dedicarse a un examen de consciencia, repasar todas sus experiencias desde su origen y prepararse. No tiene otra cosa que hacer ni otro trabajo que cumplir sobre el plano que ha abandonado ~ la Tierra.
Ha tenido suficiente tiempo durante la encarnación, para llevar a cabo su obra. Ya no está en el plano físico. Debe simplemente asimilar la lección de sus experiencias y prepararse para la próxima etapa.
Naturalmente, hay una forma de instrucción en este nivel, pero sin experiencias. Por supuesto que la primera y más importante lección consiste en las conclusiones que el alma-personalidad saca de su obra terrestre, y también en un intenso trabajo de meditación, que sabe muy necesario, y al cual se dedica con una clara percepción.
Cada uno de los grados de los que ya nos hemos ocupado, se compone de grados o moradas. Cada alma-personalidad debe franquearlos desde el primero al último, quedándose en ellos más o menos tiempo, según el grado de evolución que haya alcanzado por sus experiencias. Por eso, todas las almas-personalidad de una misma familia cósmica se conocen y están en contacto unas con otras en el plano del amor, de la cooperación y ayuda mutua, pero cada una tiene su propio grado en la familia. Teniendo en cuenta lo que les he dicho y repetido desde el principio de esta exposición dedicada a la transición, deberá estar claro que cada uno de estos grados constituye uno más y más avanzado de meditación y preparación. El alma-personalidad comprende cada vez más los errores cometidos, se depura, se afina, toma consciencia del camino a recorrer y se prepara para ello. Es, en suma, una iniciación que se desarrolla en varias fases, hasta la última morada.
Los últimos grados son los de la aceptación ~ aceptación de la compensación por grande que ésta sea y su inmediato cumplimiento para conseguir por medio de la cruz de la Tierra, que se abra la rosa en el corazón del alma. Naturalmente, en los grados, conciertos o familias, el trabajo que se efectúa nunca es similar. Lo que he indicado hasta ahora es el denominador común del conjunto, aunque obviamente el trabajo sea cada vez más y más depurado, más y más sutil, a medida que se avanza en esta jerarquía. Es evidente que los niveles superiores de ésta confieren una responsabilidad mayor que los demás y que en éstos hay que realizar un trabajo especial de servicio. Los grados subordinados a la escala superior son bajo todos los conceptos una preparación, aunque consten de otros elementos. En cuánto a los más inferiores, son esencialmente una preparación para la vuelta. La mayor parte de las almas-personalidad deben volver al plano de la experiencia humana después de haber franqueado las moradas. Su descenso se efectuará según un proceso inverso al que he explicado para la elevación al nivel espiritual. Perderán progresivamente consciencia de su estado, atravesarán la etapa de sueño y aparecerán en la vida terrestre con el primer llanto del niño.
Creo comprenderán que no me es posible explicar con detalle el trabajo que se lleva a cabo al final de las moradas intermedias y especialmente en los grados superiores. Sería un sacrilegio ponerlo en palabras, porque es la obra más directa de la jerarquía esotérica y concierne al infinito del universo creado. Algunas veces a título de curiosidad, ojeo libros que pretenden exponer con mucho detalle el plan conjunto del creador y lo que tiene lugar en los más altos grados del orden cósmico. Nos hace sonreír semejante pretensión al mismo tiempo que nos entristece pensar que no solamente los autores de estas obras creen lo que en ellas declaran, con tanta seguridad, sino que los demás les concedan crédito y admitan, sin más reflexión, incluso que los planos tienen distintos colores (cuando el color no existe más que para nuestros ojos físicos) y llegan a explicarnos con todo género de detalles, los maestros que rigen cada plano, enumerando exhaustivamente sus nombres y cualidades. Desgraciadamente muchos, reciben informaciones de esta naturaleza, con agrado y veneración, que les produce el efecto de un narcótico espiritual.
Alimentan su imaginación e intelecto, creyendo por ello haber franqueado una gran etapa del conocimiento y estar más cerca del final. Olvidan que "Bienaventurados son, los pobres de espíritu", y que especialmente a ellos está reservado el reino de los cielos, o verdadero conocimiento ~ que se adquiere por el método, la técnica y la práctica, y cuando el intelecto está sosegado (no sobrecargado) por estas cuestiones esenciales. En esta nueva era, el tiempo no está en el intelecto, ni tampoco en las palabras. Está en el corazón, centro donde reside el maestro interior.
A él nos debemos dirigir en todas ocasiones. Él nos responderá y son sus directrices las que debemos aprender a escuchar y seguir. Esto es lo que enseña nuestra Orden a sus miembros, y por este motivo más que por ningún otro, es un privilegio ser Rosacruz.
miércoles, 28 de noviembre de 2007
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